sábado, 16 de junio de 2012




Hace menos de un quinquenio
no éramos los de las quejas
ni un triste pardiez por ciento,
y ahora los que se lamentan
son un noventa por miedo.

Vendimos la piel del oso
y nos fuimos de cañitas
pensando que el líquido oro
y la espuma durarían
hasta que el bicho, achacoso,
muriese de gota fría,
pero el peludo chistoso
se nos presentó un buen día
tratándonos de morosos
y exigiendo la cuantía
de los palos que no dimos
y los tratos que incumplimos,
más tasas por chulería.

¡Ay, mi patria de patrañas,
qué conato de boatos!
Si tú misma no te engañas
ni te maltratas con saña,
ya no estás en tus zapatos...


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