miércoles, 23 de abril de 2008

(a Queti, por todo y pese a todo)






Pero ahora que veo
lo que queda de ti (un pajarillo
caído de qué sueño, de qué rama
en mitad de la noche) no recuerdo
ni una sola lágrima
de todas las que no llegué a decirte.

Trato de hacerme el fuerte ante tus huérfanos:
me retiro a afeitarme, que tengo que volver
al engranaje de la producción,
que pasa por encima
de todos los cadáveres.

La espuma aún me cubre media cara
cuando caigo en la cuenta,
vuelvo a tu lecho,
estiro con cuidado
tus brazos y tus piernas, que ya empiezan
a acomodarse en la inmovilidad.

Una última ternura,
da igual que no la sientas:
no quiero ni pensar
qué harán, si no, después
para lograr que entres en la caja.




1 comentario:

Anónimo dijo...

jooder.